Mankell no sólo creó la saga novelística con el protagonismo de Kurt Wallander, pero está laudado que su difusión masiva y su enorme popularidad tienen todo que ver con ella. Y con el depresivo detective de la ciudad de Ystad –para muchos el álter ego de Mankell, por más que éste aclaró más de una vez que lo único que compartían ambos era la edad y el gusto por la ópera italiana–, con sus dudas, angustias y problemas existenciales y familiares, un solitario perseguido por el mundo, puesto que tiene que sumergirse en él en cada caso que acomete, y sumergirse en su peor cara, la que enseña lo que la política, la economía, las ansias de poder y la omnipotencia le hacen a muchísima gente.
Cuando la literatura de denuncia y los escritores comprometidos habían pasado largamente de moda, despuntó...
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