A Mario Balotelli le llueve en cada partido una catarata de insultos racistas. El técnico de la selección italiana pretende hacerlo feliz pero no puede. ¿Y si llamaran a un técnico mediocre pero capaz de erradicar a la bestia?
Siento pena, rabia y dolor por Mario Balotelli. No sé si lo vieron, pero el delantero del Milan –sin dudas uno de los mejores de la historia– recibe casi todos los fines de semana insultos desde las tribunas. Ese negro de un metro ochenta y nueve, que parece inconmovible cuando va con la pelota hasta el área, quiere, ahora, hacer lo lógico: volverse a Inglaterra. En Italia, el país que lo vio crecer después de que sus padres ghaneses lo dieran en adopción, se ha transformado en un tipo irremediablemente triste. Y los miles de imbéciles del norte y del sur...
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