Hay nombres que se evaporan como por arte de magia. No son siquiera pronunciados o se cuelan bajo el paraguas de un comunicado de una combativa ong o la boca de los otros. No basta siquiera que el Estado –el guardián de nuestro pacto social– haya intervenido, constatado variadas infracciones y remitido los antecedentes a la justicia penal. Tampoco parece merecer una cobertura nutritiva el carácter histórico o de punto de inflexión: la primera vez que el Ministerio de Trabajo hace uso de la ley del servicio doméstico y allana una mansión señorial mediante una orden de la justicia. No, ni siquiera la primicia o el morbo son suficientes esta vez para torcer la impunidad mediática de los Fernández o de los Manhard.
Y es en casos como estos donde se observa minuciosamente el ejercicio del...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate