“Ayer asamos carne y esperamos/ a Haroldo Conti entrar desde el silencio”, escribe Horacio Cavallo (Montevideo, 1977) en Descendencia, su último libro de poemas. Escribe desde la pertenencia a un mundo desaparecido –Haroldo Conti es un maravilloso escritor argentino desaparecido– que persiste por medio de una modesta misa laica que lo evoca –lo hace presente en la memoria– a la vez que deja en evidencia el doble juego de las conjugaciones que no pueden definir un estado de permanencia en la ausencia.
Los crímenes de lesa humanidad se replican como episodios corrosivos del lenguaje. Extrañamente, el poema no es un homenaje, es una ceremonia cordial, un génesis enumerativo, el poeta pregunta y Conti responde: “Le pregunté los nombres de los árboles/ y dijo nombre, altura y residencia./ ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate