El golpe nos mostró un Chile distinto. Un Chile en el que nunca hubiéramos creído si nos lo hubieran contado. Teníamos entonces una memoria democrática, aunque la veíamos amenazada: “Un golpe, sí, posible, pero no así”.El avión lo alcancé un tiempo después, pero a tiempo. El 17 de noviembre salía de Chile rumbo a París, donde viví cerca de veinte años con pasaporte de las Naciones Unidas que, socarronamente, los exiliados llamábamos “bluyín”, por la tela de su encuadernación. Entonces volví. “Volver” fue el tango del exilio.
Se equivocó Gardel, me dije cuando pisé la tierra del regreso, veinte años son muchos. Muchas cosas habían cambiado: el tono de la vida, la ciudad, el proyecto social... y paro de contar. ¿Cómo fue el antes y cómo y cuándo el después? El después está claro: comien...
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