Parece haber terminado un capítulo de la larga guerra que Israel viene librando en todo Oriente Medio. Líbano e Israel finalmente acordaron un alto el fuego que entró en vigor el miércoles por la mañana. Durante varias semanas ha quedado claro que tanto Israel como Hezbolá estaban dispuestos a tomarse un descanso de los combates. Pero ¿qué acordaron las dos partes?, ¿qué tan duradero es el acuerdo? y ¿qué significa en relación con una posible guerra regional y con el genocidio en curso en Gaza?
¿Cuáles son los términos del alto el fuego?
El texto del alto el fuego exige el cese inmediato de los combates entre Hezbolá e Israel.
En el transcurso de los próximos 60 días, Hezbolá trasladará todo su personal y equipo hacia el norte del río Litani, a 30 quilómetros de la frontera con Israel, y las fuerzas de Israel se retirarán completamente de Líbano.
Las fuerzas de Hezbolá en el sur de Líbano serán reemplazadas por el Ejército libanés, que operará junto con el equipo de la Unifil (misión de paz de la ONU en Líbano, por sus siglas en inglés).
El Ejército libanés será responsable de garantizar que no llegue a Hezbolá ningún arma o material militar y que todas las fuerzas y equipos de Hezbolá sean desmantelados o retirados de la zona al sur del río Litani.
Israel, Líbano, Estados Unidos y Francia conformarán un «mecanismo» que trabajará con la Unifil para monitorear y garantizar el cumplimiento de los compromisos asumidos por ambas partes.
Estados Unidos y Naciones Unidas facilitarán las negociaciones entre Israel y Líbano para resolver las disputas fronterizas restantes entre los dos países.
¿Qué significa la «carta adjunta» de Estados Unidos a Israel?
Junto con el acuerdo de alto el fuego, se dio a conocer una carta de Estados Unidos a Israel que reafirma el apoyo estadounidense a la «autodefensa» de Israel, una expresión cuyo significado Israel históricamente ha estirado más allá de todo reconocimiento. Esta fue la manera que encontró el gobierno de Joe Biden para satisfacer tanto la demanda de Israel de que se le permita actuar contra Hezbolá si siente la necesidad de hacerlo como la negativa de Líbano a comprometer su soberanía en un acuerdo de este tipo.
La carta también compromete a Estados Unidos a proporcionar a Israel información de inteligencia sobre los esfuerzos iraníes para enviar armas a Hezbolá o para influir en la política de Líbano, y sobre cualquier intento de Hezbolá de «infiltrarse» en el Ejército libanés.
A Israel se le permitirá actuar «en autodefensa» si Hezbolá viola el alto el fuego en el área al sur del Litani y solo podrá actuar en otras partes de Líbano si ocurre una violación del acuerdo que el Ejército libanés no puede o no quiere abordar. También permite a Israel hacer vuelos de reconocimiento sobre Líbano siempre que sus aviones no traspasen la barrera del sonido.
Líbano y Hezbolá no participaron de la redacción de la carta complementaria, por lo que no necesariamente se plegarán a lo allí escrito. Sin embargo, es evidente que son conscientes de su existencia y estuvieron dispuestos a aceptar el alto el fuego en el entendimiento de que así es como Estados Unidos abordará cualquier futura decisión israelí sobre acciones militares en Líbano.
¿Por qué Israel y Hezbolá acordaron ahora el alto el fuego?
Los ataques israelíes causaron un daño importante a Hezbolá. La pérdida de líderes clave y de gran parte de su potencia de fuego y los daños a su infraestructura han sido graves. Si bien Hezbolá ha podido reagruparse lo suficiente como para hacer retroceder a las fuerzas terrestres israelíes, el golpe que Israel le ha asestado es significativo.
Más importante aún, el daño que Israel ha causado a los civiles libaneses y a la infraestructura civil libanesa es más de lo que Hezbolá puede aguantar. Antes de la guerra, Líbano ya se tambaleaba por calamidades económicas graves. El propio Hezbolá se ha convertido en un grupo mucho más polarizador dentro de Líbano de lo que era en 2006. Incluso muchos de los libaneses que todavía admiran la capacidad del grupo para enfrentarse a la fuerza militar de Israel están viendo morir a demasiados de sus hijos, hermanos y vecinos. Hezbolá no puede darse el lujo de permitir ese número de víctimas civiles en el país. Si bien la gente allí todavía culpa principalmente a Israel, el estatus de Hezbolá en Líbano se hundirá si se niega obstinadamente a un alto el fuego cuando puede detener esta devastación entre los civiles libaneses.
Del lado israelí, ni los rivales ni los aliados de Benjamin Netanyahu en la Knéset apoyan el alto el fuego, pero hay razones para creer que estas críticas son más un postureo político que intentos reales de presionar a Netanyahu a que abandone el acuerdo.
Las fuerzas israelíes estaban siendo sobrexigidas. Con los combates en Gaza todavía en curso y la capacidad demostrada por Hezbolá de resistir los avances de Israel sobre el terreno, hay una tensión real sobre el Ejército. Algunos reservistas han estado en servicio durante un año o incluso más. Quizás lo más importante es que el presidente entrante de Estados Unidos, Donald Trump, le ha dejado claro a Netanyahu que quiere que terminen los combates. Netanyahu no tiene intención de detener el genocidio en Gaza, pero tiene todos los incentivos para detener los combates en Líbano, al menos por un tiempo.
Los rumores de que Netanyahu fue empujado por Biden a firmar el acuerdo con amenazas de que, de lo contrario, Estados Unidos apoyaría una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra Israel son una tontería. No solo es muy improbable que Biden dé ese paso ahora, sino que es absurda la idea de que Netanyahu detendría una guerra que desea por una amenaza de Biden hecha en este momento.
Cuando Trump llegue a la Casa Blanca, Netanyahu podrá intentar mejorar las condiciones del alto el fuego a favor de Israel con el fin de devolver a los ciudadanos israelíes a sus hogares en el norte o incluso podrá dedicarse a trabajar con los muchos halcones del gobierno de Trump para provocar una guerra mayor y un cambio de régimen en Irán, un camino que casi con seguridad significará reanudar los combates en Líbano. Pero, ahora, el alto el fuego es una oportunidad ventajosa para reducir la presión sobre el Ejército israelí, al menos de momento.
Ambas partes cantan victoria, ¿alguna dice la verdad?
Como ocurre con cualquier alto el fuego, la cuestión de quiénes son los ganadores y quiénes, los perdedores depende de la perspectiva. En este caso, se puede afirmar con seguridad que ambas partes perdieron.
Hezbolá se había comprometido a mantener su solidaridad con Hamás. Lo logró durante un año, pero bajo el implacable ataque de Israel y la extensa matanza de civiles libaneses, finalmente se vio obligado a permitir que el genocidio en Gaza quede desvinculado de los combates en el frente norte. Hezbolá perdió, además, a gran parte de sus principales dirigentes y a muchos de sus milicianos. Su suministro de armas ha disminuido estrepitosamente y las operaciones de Israel tanto en Líbano como en Siria han dificultado el reabastecimiento desde Irán. Al final, Hezbolá terminó aceptando un alto el fuego que, ya sea directamente en su texto o indirectamente en la carta complementaria de Estados Unidos a Israel, básicamente se ajusta a los términos israelíes.
El grupo armado demostró una vez más que, a pesar de toda la devastación y las matanzas que Israel ha provocado, no solo puede sobrevivir, sino también frenar una invasión terrestre israelí. Sobre esa base, puede cantar victoria. Pero es difícil defender ese triunfalismo si se analiza el equilibrio general de resultados.
También Israel canta victoria. Pero la verdad es que, en última instancia, a pesar de todas las muertes que Tel Aviv provocó (más de 4 mil de acuerdo con el gobierno libanés) y de toda la infraestructura que destruyó, Hezbolá sigue en pie. Está dañado, es cierto, pero probablemente se recuperará. Netanyahu puede hablar de traer a los israelíes de regreso a sus hogares en el norte, pero muchos dudarán, con razón, de que sea seguro regresar.
Por mucho que Israel se haya salido con la suya en los términos del alto el fuego, todavía es consciente de que las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) no están hoy mejor equipadas que antes para hacer cumplir el acuerdo con Hezbolá. Las FAL aún deben ser muy cautelosas a la hora de enfrentar a Hezbolá, ya que cualquier intercambio de fuego con ese grupo corre el riesgo de transformarse en una repetición de la guerra civil libanesa. Además, muchos miembros de las FAL simpatizan con Hezbolá o, al menos, se sentirían incómodos con la idea de luchar contra sus compañeros libaneses en defensa de un acuerdo con Israel.
Al aceptar el alto el fuego, Israel se está desviando, al menos por el momento, de sus esfuerzos por complicar la posición de Irán en la región y provocar una confrontación que resuelva el conflicto que ha estado latente durante décadas entre los dos Estados. Eso podría cambiar en los próximos meses, pero por ahora hay una pausa en ese esfuerzo, tal vez incluso un paso atrás.
Vale la pena mencionar un perdedor más: el derecho internacional. Francia estaba ansiosa por ser parte de este proceso, como suele ocurrir cuando está involucrado Líbano, su antigua colonia. Israel, enojado porque hasta el miércoles Francia había dicho que obedecería el fallo de la Corte Penal Internacional (CPI) que emitió órdenes de arresto contra Netanyahu y el exministro de Defensa Yoav Galant, se opuso a la participación francesa.
Para convencer a Israel de que permitiera a Francia participar en el proceso de monitoreo, las autoridades francesas dijeron que Netanyahu sería «inmune» a la orden de la CPI en caso de visitar Francia. Este enfoque transaccional es un duro golpe a los avances que el derecho internacional obtuvo con las órdenes de arresto de la CPI.
¿Hubo influencia de Trump?
Donald Trump le comunicó claramente a Netanyahu que quería que se terminaran los combates antes de que él asumiera el cargo. No quiere heredar el desastre que deja Joe Biden en política exterior y su intención es realzar la ilusión de que él trae paz mientras que los demócratas traen guerra.
Netanyahu no pondrá fin al genocidio en Gaza. Está claro que Israel se está preparando para continuar una larga operación allí. Los combates con Hezbolá pueden parar, al menos por un tiempo, y eso también tendrá algunos beneficios para Israel.
Pero por mucho que Trump hable de estar en contra de una guerra en Oriente Medio, los nombramientos para su gobierno reflejan una agenda muy diferente. Su embajador en Israel, Mike Huckabee, es un cristiano sionista que anhela ver el Tercer Templo construido sobre las ruinas de la mezquita de Al Aqsa y cree que «los palestinos no existen» (véase «Con la cruz y con Israel», Brecha, 21-XI-24). Su candidato a secretario de Defensa, Pete Hegseth, luce un tatuaje de la cruz de Jerusalén, un símbolo de los cruzados y el nacionalismo cristiano. Fue motivo de preocupación suficiente para que, cuando estaba en la Guardia Nacional, en 2021, se le prohibiera brindar seguridad durante la toma de posesión de Biden. Halcones como Mike Waltz y Marco Rubio, así como ideólogos islamófobos como Seb Gorka, también son figuras clave en el equipo de Trump.
Con esta escuadra, hay muchas razones para que Netanyahu crea que podrá manipular las circunstancias para empujar a Estados Unidos a un ataque a gran escala contra Irán.
Trump también simpatiza con las monarquías árabes del Golfo, las que están trabajando muy duro para evitar ese resultado. Los sauditas, los emiratíes y los qataríes podrán incentivar a Trump con intereses comerciales y compras masivas de armas, mientras que en ocasiones Netanyahu ha perdido el favor de Trump. Pero Netanyahu conoce Washington mejor que los líderes árabes y tendrá mucha más influencia sobre los miembros del equipo de Trump. Quedará por ver cuál de esas influencias resulta más poderosa.
(Publicado originalmente en Mondoweiss. Traducción de Brecha.)