Dentro de este género literario que solemos llamar periodismo y que está determinado, si acaso, por el pacto de lectura –que asegura que lo que uno está contando de algún modo sucedió–, hay una serie de subgéneros. La crónica es uno de ellos. Me gusta la palabra crónica. Defiendo la idea de crónica y supongo que la defiendo tanto más cuanto que la crónica es un anacronismo. Me gusta ya para empezar que en la palabra crónica esté la palabra cronos, es decir, tiempo.
Obviamente todo lo que se escribe es sobre el tiempo, pero en el caso de la crónica es esa especie de inútil intento de atrapar el tiempo en el que uno vive, por supuesto condenado al fracaso pero absolutamente digno de intentar una y otra vez.
La crónica tuvo su momento y ese momento pasó. América se hizo a base de crónic...
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