La deuda griega nunca fue el problema. El dinero nunca es un obstáculo, apenas un medio. Lo que está en juego, y explica la intransigencia de la troika (Fmi, Banco Mundial y Banco Central Europeo), es la subordinación de Grecia. La pregunta es, entonces, ¿por qué Grecia? Hay sólo dos razones: una, escarmentar y prevenir; dos, derrotar la insubordinación popular griega, que se expresa –apenas parcialmente– en la fuerza política Syriza y –más parcialmente aun– en el gobierno que encabeza Alexis Tsipras.
Por eso el masivo No de los griegos es una buena noticia. Ha ganado la dignidad de una nación. Como escribió el economista Paul Krugman la misma noche del escrutinio, el domingo, “ha sido un momento vergonzoso en la historia moderna (…) un intento de meter miedo a los griegos no sólo para que...
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