Todo empezó en abril de 2014, cuando el presidente José Mujica expresó su intención de que Uruguay recibiera a algunos de los miles de niños víctimas de la guerra que estaba teniendo lugar en Siria. Al mes ya se había generado la primera polémica. La diputada del Partido Nacional (PN) Verónica Alonso sugirió que los niños –que se presumía vendrían solos– pudieran ser adoptados. Mujica pidió que se hablara menos y se hiciera más.
Ya en ese entonces el gobierno tenía bastante claro cómo sería el procedimiento a seguir. Javier Miranda dijo en ese momento que eran “escasas o casi nulas” las posibilidades de que vinieran sólo niños. El gobierno manejaba una cifra de refugiados “que rondará la centena”, y que estarían “tal vez algunos meses en un albergue transitorio” hasta que pudieran insertar...
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