“Starlet”1
Películas con amistades desparejas –muchacho y anciana, muchacha y anciano, gay y supermacho, superrubio o rubia y afrodescendiente, profesor y rústico con sabiduría natural– hemos vistos decenas. Son películas, más allá de sus valores específicos, muy variables si se revisa la lista –desde Mejor imposible, donde James L Brooks acostumbra al maniático Nicholson a la amistad y el afecto de su vecino gay Greg Kinnear, hasta Mis tardes con Margueritte, en la que Jean Becker posibilita el encuentro afectivo y cultural de un tosco Gérad Depardieu con la exquisita y anciana Gisèle Casadesus–, que tienen en común un objetivo: resaltar la calidez del encuentro humano, de cómo éste es posible pese a todas las diferencias que, lo demuestran esas películas, siempre son más aparentes que re...
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