¿“Qué pasó en Curuguaty?, es la pregunta general instalada. “Todos somos Curuguaty”, se lee en las remeras amarillas que portan, sobre todo, jóvenes. “Todos estamos condenados”, claman otros carteles. Lo cierto es que a partir de este sospechoso juicio cualquier habitante de este país, por más inocente que sea, puede considerarse amenazado de terminar preso, dada la desprolijidad que acompaña a jueces y fiscales.
Hay más de 12 mil personas en las cárceles paraguayas, 75 por ciento sin condena, y entre ellas están estos 11 campesinos, más otros seis de quienes poco se habla, condenados por su supuesta participación en el secuestro y asesinato de una joven, hija de un ex mandatario, hace diez años. Estos hombres habían huido a Argentina, desde donde fueron extraditados. Se declaran presos po...
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