El 22 de noviembre de 1990 fue un día de tensión y trabajo frenético; llegué a mi casa entumido por el frío de uno de esos inviernos londinenses que comienzan demasiado rápido, y apenas la calefacción me devolvió el ánimo de seguir trabajando escribí: “Cual un gran buque de los tiempos gloriosos de la Marina Real, Margaret Thatcher se hundió con la bandera al tope, flameando desafiante, y con todos los cañones lanzando metralla”. Con un discurso desafiante en el Parlamento, después de anunciar su renuncia porque el propio Partido Conservador le negó la posibilidad de seguir encabezándolo, había terminado una era: 11 años de gobierno de la única mujer en ocupar el cargo de primer ministro en Gran Bretaña; la que llevó a su país a la guerra de las Malvinas contra Argentina y la que, como es...
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