La elección de un nuevo papa trae generalmente consigo una esperanza de renovación. En marzo de 2013, a las normales expectativas se sumaba el hecho de haber pasado por un difícil período de transición tras la renuncia de Benedicto XVI a fines de febrero. Me acuerdo todavía de la sensación de vacío que me daban las misas durante aquel período de sede vacante en las que, en la plegaria eucarística, se omitía el nombre del papa. En los días anteriores al cónclave, la prensa italiana hacía sus pronósticos y daba como favorito al cardenal Angelo Scola. Otros papables eran el brasileño Scherer y el ghanés Tukson. Finalmente, a las 19.05 del 13 de marzo de 2013 el protodiácono Jean-Luois Tauran anunció que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio había sido elegido papa, adoptando el nombre ...
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