Si Peñarol es, como anuncia el título, eterno, este documental* que pasa revista a su historia sólo parece eterno. Esta apreciación no se fundamenta (únicamente) en los 129 minutos de duración, sino en lo que el director Shay Levert decidió poner y no poner dentro de él, así como la forma –palabra clave cuando uno se refiere a una película– en que hizo lo uno y lo otro. Lo que hay, desde el punto de vista de la estructura, es una consecución plana de imágenes y sonidos que puede resumirse así: un clip musical con base en un tema famoso y preferentemente de murga, un reportaje, varios goles fotografiados o filmados, una foto, otro reportaje, más goles, otro clip, más reportajes, más goles, más fotos, alguna toma de la hinchada, otros goles, otras fotos, muchos más reportajes hasta llegar a...
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