Los casos son extremos, aterradores, sórdidos. Las maestras suelen ser las primeras en saber, pero cuentan con pocas herramientas para abordar los problemas. En estas historias concretas de víctimas y victimarios, ¿en qué medida la violencia fue impulsada por cosas que sucedieron antes, cuando el agresor era un niño agredido, o todavía más atrás, en las oquedades de las trompas de Falopio donde espermatozoide y óvulo combinaron su adn? La fruta no cae lejos del árbol, susurra el diablo que sabe por viejo. Por suerte quienes han estudiado el tema al menos relativizan los legados lineales.
“Todos estos estudios indican una importante influencia de la herencia en las conductas violentas”, concluyeron hace unos años los chilenos Marcela Jara y Sergio Ferrer, del Servicio de Neurología ...
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