A 40 años del golpe en Chile
Cuando uno va más allá del ámbito de las organizaciones de víctimas o de los activistas de los derechos humanos se tiene la sensación de que el 11 de setiembre de 1973 dejó en los chilenos más heridas de las que se han mostrado.
“Yo no me puedo morir, porque ya me mataron”, dijo a los médicos el padre de Adriana, cuando le informaron que si no permitía que le amputaran una pierna, afectada por un coágulo, la alternativa era la muerte. En esa frase y en su desprecio por la posibilidad de morir, el hombre resumió su historia de víctima desconocida de la dictadura.Adriana tenía 5 años cuando desapareció su padre, poco después del golpe contra Salvador Allende. Cinco años de vida en una familia chilena relativamente próspera, formada por un obrero de la fundic...
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