«La sangre corría en torrentes a través de los portones. Podía olerla. Empapó nuestro calzado y se pegó a él como pegamento. Había piernas y brazos, bebés sin cabeza, cabezas de ancianos sin cuerpo. El cadáver de un hombre estaba colgado, en dos partes, de un árbol en llamas. Lo que quedaba del hombre estaba en llamas. En las escaleras, una niña estaba sentada sosteniendo a un hombre de cabello gris, rodeándole los hombros con el brazo, meciendo el cadáver. Sus ojos la estaban mirando. Ella gemía, lloraba y gritaba, una y otra vez: “Mi padre, mi padre”.» Estos hechos ocurrieron en 1996 y, aunque no acontecieron en Israel-Palestina, comparten con los horrores bélicos de estos últimos meses un protagonista: las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). En abril de aquel año, el «Ejército más moral...
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