El autócrata norcoreano ha subido las apuestas en estos días: retiró a sus 50 mil trabajadores del complejo industrial de Kaesong –única empresa conjunta de las dos Corea, en la que el sur pone la tecnología y el norte la mano de obra barata–, amenazó a Japón con destruirlo, instó a los extranjeros a abandonar Corea del Sur y, en suma, anunció que iniciará una guerra nuclear. Seúl subrayó que su país enfrenta un “peligro vital”, Japón instaló baterías antimisiles en Tokio, el Pentágono reforzó su presencia en las maniobras militares conjuntas Corea del Sur-Estados Unidos que se realizan en el Mar de China, pero se observa un fenómeno curioso. O no.
La población norteña, a pesar de la retórica bélica imperante, no vive agobiada por el pánico, más bien predomina una actitud ambivalente: si ...
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