El lunes de mañana en la Explanada Municipal, y con la carpa aún chorreando agua, todavía no era posible jugar al avistamiento de autores –esos plumíferos–, pero sí sucumbir a la tentación del curioseo bibliómano. Y es que este año la feria abrió antes, y a partir de las diez de la mañana ya se podían recorrer los stands para ver las novedades y las ofertas. La ceremonia oficial sería nueve horas más tarde, en el Salón Azul. Suficiente tiempo para llegar primero a varios ejemplares aparentemente únicos (lo siento) y a otros que, sólo por numerosos, estarán todavía allí esperando.
¡BIBLIODIVERSIDAD! La feria opera como una gran vidriera del mercado editorial actual, una megalibrería donde se exhibe a la vez el catálogo y lo que hay de nuevo, además de los saldos de los que es menester desha...
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