Racismo y poder
Don Carlos Quijano escribió una vez que este es “un país engañado y descreído”, un país necesitado del engaño “porque se ha acostumbrado a temerle a la verdad y porque intuye –lo que refuerza su temor– que la verdad es muy dura”.Los sucesos del fin de semana pasado seguramente han hecho que muchos pensáramos cosas parecidas: un asesinato increíblemente “absurdo”, tal vez aun más absurdo que el del Bebe en el Marconi, pero sin duda mucho más denunciado; después otra paliza racista, pero esta vez, visibilizada.
Hay argumentos potentes para sostener un único origen en ambos casos: la extensión de un inmediatismo que se lleva por delante cualquier forma de autocontrol. También puede haber error e incluso oportunismo en eso de resolver los dos episodios con la misma explica...
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