Desde 1976, año de la despenalización del cannabis en el país, y durante casi 36 años, Holanda fue la meca de los consumidores de hachís y marihuana, y los coffee shops los templos paganos de un culto que se desarrollaba sin mayores problemas. O en todo caso generando bastantes menos que los que existían antes, cuando drogas blandas y duras se vendían y consumían en los mismos circuitos.
Los coffee shops aparecieron de hecho, para muchos, como la concreción en la práctica de una manera de encarar el “tema drogas” distinta de la prevaleciente desde los años sesenta, época en que la “guerra contra las drogas” comenzó a implementarse con un ahínco plasmado en legislaciones nacionales y convenciones internacionales. Como “la traducción a lo cotidiano de una idea de tolerancia, de un model...
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