Seis joyas fugaces
La gran mayoría de las películas más inquietas, más creativas, más personales, más iconoclastas y acaso más valiosas producidas durante los dos o tres años anteriores a 2012 no se exhibieron ni se exhibirán en el circuito de salas comerciales de Uruguay. Quejarse del hecho de que algunas de las que sí han encontrado un espacio dentro de ese circuito no han recibido, por parte del público, la atención que merecían, podría considerarse, entonces, un prurito, un exceso de celo, una diatriba dialéctica o un exagerado e inconducente gesto de pesadumbre. Sin embargo, cabe recordar que toda película siempre es terminada por el espectador. Si éste no está, o no va, o no viene, no se produce el imprescindible acto de comunicación entre las partes. Como si no existiera, pues, la ...
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