Son muchos los comentaristas que aseguran que la reelección de Barack Obama se debió a la Frankenstorm, el huracán que azotó la costa este de Estados Unidos una semana antes de los comicios. Y es cierto que la megatormenta atormentó a Romney a la vez que infligía dolor a millones de estadounidenses: el tema político del día dejó de ser la débil recuperación económica y pasó a centrarse en el rol que el gobierno debe y puede tener ante una crisis gigantesca (lo opuesto a la tesis de los republicanos, que quieren privatizar todo, incluida la ayuda ante las catástrofes), y permitió al presidente mostrar su liderazgo. Pero la verdadera tormenta que salvó a Obama fue otra. A riesgo de parecer lírico y hasta utópico, me permito declarar que fue la gente, una tempestad humana, una hojarasca de m...
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