—Uno lee tu libro sobre Lanata y da la sensación de que estamos frente a una persona más preocupada por construir su propia imagen que por hacer buen periodismo. ¿Es así?
—No podría decir cuánta lucidez tuvo Lanata desde jovencito, cuando yo lo conocí, para construir su propia carrera. Hay un impulso, un componente de vitalidad, una capacidad de trabajo gigantesca que lo llevó a ser como es. Es un gran editor periodístico. Tiene también una conciencia terrible, despreciativa, por los demás, por lo colectivo, y es muy individualista. Creo que se mezclan las dos cosas. Hice un libro contra el de Majul, anti Majul. No utilizo sus herramientas, que admito son muy vendedoras, porque la sociedad las demanda. Es decir, todo lo morboso del mundo del rock, la cocaína, las minitas, la guita, y cómo ...
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