Una estrategia habitual a la que recurren algunos escritores para superar un período de “bloqueo literario” es la autoimposición de escribir un par de páginas al día sobre lo que sea, cualquier cosa. Al parecer, esta supuesta libertad temática siempre termina precipitándose por el embudo que va a dar al yo, arrastrando a los amigos y familiares que rodean al escritor como si éste se transfigurara en un voraz agujero negro. No en vano el género autobiográfico está emparentando con otras formas de decir que terminan en los juzgados y que, a pesar de concitar la ocurrencia de palabras ásperas como “calumnia” o “difamación”, ponen de manifiesto el estrecho vínculo de la literatura con la búsqueda de la verdad, con la posibilidad de hacer cosas con las palabras: salvarse, hacer el duelo por una...
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