Es cuento viejo
Enero del 37 es la fecha que encontré para el cuento de Darío Queijeiro, amigo bendecido por la longevidad –murió el año pasado a los 92 años– y por la dicha menos frecuente de haber tenido una buena vida, antes, durante y después de su casamiento y divorcio con mi querida María Esther Gilio. Hablábamos de su juventud en los años treinta, cuando estudiaba preparatorios para entrar a la Facultad de Derecho con el sobrino del dictador Terra, Gabriel Chuy, que fue su socio y amigo de toda la vida, Franklin Presno, que se hizo comunista por Darío, Óscar Ravecca, luego funcionario judicial de amplia trayectoria, y Jorge Pacheco Areco, de presidencial memoria, todos parejamente interesados en el amor y la política, porque entonces –ya no puede pretenderse– el sexo conducía a la p...
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