Que los niños y adolescentes lean. No sólo los mensajes de Twitter o Facebook, libros completos, esos objetos con tapa, muchas letras y, a veces, también ilustraciones. Como se leyó siempre, por curiosidad y el placer que desde las letras desatan imágenes propias, no las inventadas por afamados diseñadores.
Algo bueno es que varios de los autores a eso dedicados están dando una vuelta y, aceptando que el mundo infantil y juvenil no es una burbuja, vuelven a integrar a sus creaciones asuntos como el dolor, la pérdida, la maldad. Por ejemplo, el irlandés John Boyne –proyectado al mundo desde un bestseller como El niño con el pijama a rayas– elabora en El corazón del bosque (Salamandra) una aventura infantil que, como una puesta a punto de Pinocho, lleva a su protagonista a descubrir cos...
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