Desde la primera vez que la pisé sentí una fuerte conexión con Silwan, quizás porque es lo más parecido a una favela, un pueblo joven, o cualquier barriada pobre recostada sobre el cerro de una ciudad latinoamericana. Las viviendas son precarias y hacinadas, los espacios libres inexistentes, la planta urbana desordenada, las calles sucias y rotas, y hay niños y adolescentes por todas partes. Lo que lo hace diferente son las banderas israelíes que ondean sobre varias azoteas: es la señal de que los colonos han conquistado otra casa, y hay una familia palestina menos viviendo allí.
Otra diferencia es que Sil-wan no está en la periferia, sino apenas un par de cuadras al sur de la Ciudad Vieja, en el corazón de la Jerusalén palestina, y a pocas cuadras de la parte judía –una ciudad del primer ...
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