Mi primera experiencia mundialista me dejó gratísimas revelaciones que tengo a bien compartir con mis lectores y lectoras, con el fin de aplicarlas en la lejana Rusia y –por qué no decirlo– en la Copa de 2030 que habremos de organizar, más que nada para comenzar a vengarnos de la fifa. Siempre y cuando las sagaces autoridades de nuestro balompié estén a la altura de las circunstancias y designen un entrenador con boliche, que sepa lo lindo que es dar una exclusiva a un periodista con renombre y que, fundamentalmente, nos permita recuperar los valores que hicieron grande a nuestro fútbol.
1. Los estadios: poquita cosa
Si agarra usted al Tróccoli, le soluciona los problemas de derrumbe que aquejan a la cabecera de la izquierda y coloca butacas en las tribunas, ya tiene un escenar...
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