Su fuerza disruptiva radica precisamente en desencadenar la energía acumulada de contradicciones largamente contenidas. Para este caso, el impeachment era casi inevitable, la cuestión era cómo se llegaba a él. Más que la batalla en sí, lo importante es cómo arriban los ejércitos a ésta; cuando amanece el día de las definiciones ya está casi todo dicho.
El resultado se fue gestando durante años. Crecía junto con la popularidad de un Lula que, a pesar de venir de abajo, era el mejor aliado de los poderes empresariales. Crecía también junto con la aprobación generalizada de este líder de la “izquierda vegetariana” (Vargas Llosa dixit; la carnívora era la venezolana) con el que todos querían salir en la foto y que nos decía que ser de izquierda y revolucionario era cosa de jóvenes, que en la m...
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