En momentos en que los sonoros defectos del republicano Donald Trump, de los que hace caudal el propio candidato, están opacando los rasgos definitorios de la demócrata Hillary Clinton, la duda que busca ser despejada es si, a ojos del electorado estadounidense, lo que se rechaza de un candidato hace mejor al otro.
Hoy parece claro que Hillary Clinton contabiliza un nivel inicial de rechazos por ser mujer. Hillary despierta disgusto y desconfianza por su género en alrededor de 50 por ciento de las encuestas; poco menos que Trump por otras razones. El votante no le acepta que ella se enoje, que sea agresiva, que se entusiasme; rasgos que se traducirían como personalidad e independencia de carácter en un hombre. No le aceptan que se equivoque, cuando Trump colecciona errores; que pierda el h...
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