“¡Maldita la noche que te conocí!” Transcurren apenas 15 minutos de película,* pero como ya habíamos entablado una inevitable relación de comprensión, si no de empatía, con nuestro protagonista (John Mc Inerny), esa frase de su ex esposa (Griselda Siciliani), con el agregado de que se está refiriendo a una noche y no a un día de diez o 12 años atrás, se nos antoja injusto.
Después de todo el hombre, un cuarentón gordo cuya vida real transcurre entre ocho horas diurnas y a pleno desgano en una metalúrgica donde no califica ni como operario competente y un trabajo nocturno como imitador de Elvis Presley en boliches cuyos dueños lo tratan con similar desprecio y para colmo le retacean sus viáticos, y cuya vida imaginaria consiste en un prolijo y denodado esfuerzo por ser Elvis, no meram...
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