Médico de guardia - Semanario Brecha

Médico de guardia

Salvador Allende, el Che y Arjona.

Médicos.

Si el doctor Salvador Allende hubiera estado comenzando una angioplastia, probablemente su comentario habría sido: “Más temprano que tarde se abrirán las arterias coronarias”. Pero este médico cirujano chileno estaba repeliendo el golpe de Estado en el Palacio de la Moneda, por eso sus palabras fueron: “Mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

Esa es la inteligencia emocional y la frialdad del cirujano. Un oncólogo, si es posible, se llama a un profundo y prolongado silencio, pero al cirujano le bombardean la casa de gobierno y, sabiendo que va a morir, deja una frase para la posteridad. El oncólogo seguramente se despediría con un: “¡Nos vemos en las urnas!”.

Ante una situación límite, el ser humano siempre saca la fuerza necesaria para afrontarla, y da lo mejor de sí. Quiero creer que si bombardearan a Ricardo Arjona mientras está escribiendo sus letras, le saldría “Mediterráneo” o “Like a Rolling Stone”. Y si no, algo es algo.

El Che también era médico. Si hoy se hace difícil conseguir número para un especialista, no quiero saber lo que sería hace 60 años sacar número para el doctor Guevara. Te decían: “El doctor está combatiendo en la Sierra Maestra” o “el doctor está liberando el Congo, ¿lo agendo con el suplente?”.

El Che también era periodista y escritor, lo que confirma que el multiempleo médico siempre fue un problema y que con un sueldo de revolucionario no vive nadie.

El Che mató y mandó matar gente, pero como lo hacía por sus ideales se lo respeta y es un ídolo para millones de personas. Muy diferente habría sido si en lugar de acribillar a un enemigo con su carabina M2, se le hubiera muerto alguien por un error de diagnóstico. Porque si lo quiere matar y lo consigue, es un ídolo de multitudes, pero si lo quiere curar y lo mata, ahí no hay dos opiniones: es un criminal, un delincuente. Una cosa es meter seis corchazos en nombre de la liberación y la patria grande y otra muy distinta es recetarle penicilina a un alérgico. Eso no tiene perdón de Dios.

Si el doctor Guevara hubiera hecho eso, Maradona nunca se lo habría tatuado en el brazo derecho ni sería un ícono del merchandising.

Si fuera responsable de un caso de mala praxis, ya no sería latinoamericano ni sería ciudadano del mundo, sería un argentino más.

La letra de “Hasta siempre” diría: “Aquí se queda la mala, la indeseable negligencia, de tu maldita indolencia, argentino Che Guevara…”.

Artículos relacionados

La historia del humor escrito en Uruguay

Un asunto serio

Anuario 2023 Suscriptores
Centenario de Elina Berro (1923-1971)

Una pionera del humor nacional