“El conjuro”*
A poco de empezar la película nos encontramos con un letrero despojado, imponente, que avisa que los hechos relatados que estamos por ver ocurrieron realmente. Que existió una pareja de renombrados demonólogos que, durante su carrera de 1952 a 2006, se ocuparon de miles de casos de encantamientos y posesiones, pero que hubo un suceso en particular –al cual estamos por asistir– que, de tan horrendo, lo habían mantenido en silencio y recién hoy conoce la luz. Lo cierto es que el caso tuvo trascendencia en su momento, pero no puede negarse el poder de impacto de esa falaz introducción. La sospecha de que los hechos pudieran tener un asidero real descubre a la narración de la “seguridad” que dan los relatos ficcionados, y este infrecuente aura de veracidad se potencia con el abor...
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