Es fácil valorar a George Clooney. Es fácil quererlo. Hace películas como Good night good luck, desnudando en directo las manipulaciones del padre, pope y artífice de la caza de brujas en Hollywood, Joseph McCarthy; pone su cara en Syriana, que expone la corrupción en los negocios petroleros; contrasta los principios morales con la política en Los idus de marzo. Fuera de la pantalla hace campañas de recolección de fondos para ayudar a las víctimas del terremoto de Haití, lo llevan preso por protestar frente a la embajada de Sudán contra la represión en ese país, apoya el matrimonio igualitario, y entre lo que hay para elegir en política oficial en su país, Estados Unidos, elige al presidente demócrata Barack Obama.
La coherencia siempre alivia. Clooney es la progresía de Hollywood, co...
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