Como toda medicina, la risa puede ocasionar efectos no deseados. Una prueba de ello es que el filósofo griego Crisipo de Solos, máxima figura de la escuela estoica antigua, murió de sobredosis de risa.
Tres siglos antes de Cristo, este respetado intelectual se murió a carcajadas tras ver a un burro borracho intentando comer un par de higos. “Me caigo y no me levanto”, dijo Crisipo, y estaba en lo cierto.
Se lo menciona como un maestro de la dialéctica y un escritor prolífico. Parece que no se acostaba un día sin haber escrito quinientas líneas y eso que los estoicos de esa época no tenían grupo de Whatsapp. Se sabe que escribió más de setecientos libros, pero apenas se conservan unos pocos fragmentos de muy difícil interpretación. Tanto pensar y escribir, para que se lo recuerde por una bu...
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