Con este bagaje de limitaciones, el poeta traduce una gama variada de hechos –recuerdos, destellos, lecturas de maestros, lugares comunes y frondas de cosas inasibles– a un léxico de contacto, la lengua del poeta y del lector, no siempre similares. Una voz exterior traduciendo otras voces. Este traslado –toda traducción, como toda metáfora, es un traslado– enriquece a la vez que extenúa al poeta, consagrándolo en los leves resplandores de un mundo poco amigable con ciertas formas de reflexión lingüística tildadas de vanas, falsas, inútiles. El corolario es platónico: la polis ideal incluye a los poderosos de turno y excluye a los poetas de siempre.
Diego Techeira (Montevideo, 1967) da testimonio de cada uno de los rasgos precedentes: integró Ediciones de Uno entre 1985 y 1991, en donde pub...
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