Es así. Los estudiantes ven un breve video con ejemplos de libertades que entran en conflicto entre sí o con el orden jurídico. La persona que coordina los enfrenta al dilema con una pregunta dirigida al meollo del asunto, y ellos votan sí o no. Puede ser el derecho a la salud de quien no paga impuestos, la libertad de circular y los cortes de calles, o cualquier otra situación cotidiana en la que los derechos encuentran un límite. La pregunta final polariza opiniones y el votar no alcanza para expresar la opinión de cada uno; ese grupo de 25 a 50 chiquilines discute en consecuencia, y lo importante no son las conclusiones, que quedan abiertas, sino el propio debate, que es el objetivo. La discusión surge a veces con fuerza. La coordinación incita a reconocer los límites de esos derechos y...
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