Es innegable el papel de China en el crecimiento de América Latina en lo que llevamos del siglo. Tampoco es ajeno a ello el papel de determinados gobiernos en la región, comprometidos con nuevas políticas que han favorecido la inclusión social y alejados de los viejos esquemas de dependencia que los convertían en meras correas de trasmisión de los dictados neoliberales. Dicho esto, cabe señalar que las contraindicaciones manifestadas no son menores, en especial cierta reprimarización que amenaza con reproducir modelos de cooperación económica que, transcurrida la bonanza, pueden dejar las cosas poco menos que como estaban. Según la Cepal, los productos primarios representaron en 2013 un 73 por ciento de las exportaciones de la región a China.
Lo que China aporta y puede aportar transcurrid...
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