Todas las necrológicas recordaron que dos semanas antes había viajado a Montevideo para participar en el Festival Ñ de América que, como el mismo Fogwill, pasó como una tromba por el escenario cultural capitalino. De este modo Fogwill habría dedicado su última performance al público uruguayo que colmó el Centro Cultural de España (Cce) donde transcurría el festival. Era uno de los invitados más esperados, el otro: Piglia. Enemistados desde hacía tiempo, sus obras representan extremos inconciliables de la mejor literatura argentina de las últimas décadas.
En realidad lo que a Piglia no le gustaba era el personaje que Fogwill construía, su estrategia de polemista incendiario. Dudaba de la obra de Fogwill, o mejor dicho, de que pudiera leerse más allá de su figura de escritor.
Empezó tarde a ...
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