—El egiptólogo nació del cinéfilo.
—Sí, cuando vi la película clase B La maldición de la momia, estupendamente actuada por actores británicos, me fascinó el proceso de momificación y enterramiento que mostraba, evidentemente asesorado por egiptólogos, y comencé a investigar sobre Egipto. Estudié cuatro años ingeniería química y luego me pasé a la Facultad de Humanidades, que estaba en Ciudad Vieja, donde la fortuna me llevó a ser alumno del profesor de historia antigua Armando Pirotto, el último gran catedrático que tuvo Uruguay en la materia.
—¿Qué lo decidió a cambiar la ciencia por la egiptología?
—Percibir cuán ausente estaba el ser humano del universo de partículas y cálculos de la química y la física. Preferí volcarme al conocimiento de nuestros antecesores culturales más remotos, fu...
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