A pesar de que se viene “dragoneando” desde hace meses con la idea, esta semana se hizo oficial: el gobierno anunció la culminación de la primera fase en las negociaciones con la empresa finlandesa Upm, en que se terminaron de “establecer las premisas básicas y compromisos de las partes hacia la concreción de la que sería la mayor inversión de la historia de nuestro país” y la tercera planta de producción de celulosa.
Se sabe, o al menos se debería suponer, que estos emprendimientos monstruosos no vienen, piden permiso y se instalan alegremente aceptando las reglas de juego que el país decida ponerles. Más bien son ellos los que ponen condiciones porque, en la escala de nuestra economía, estas inversiones suelen mover positivamente la aguja del Pbi y dinamizan por un tiempo las finanzas lo...
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