Ya sé que en la escuela te recompensan por las respuestas y no por hacer buenas preguntas, pero decía Einstein que “lo importante es no dejar de hacerse preguntas”.
“¿Qué verías si estuvieras viajando sobre un rayo de luz?”, se preguntó Albert siendo un niño y con esta interrogante puso en marcha la teoría de la relatividad. Hay que saber a quién preguntar, el tipo fue vivo y se hizo la pregunta él mismo, que era un superdotado.
Otro genio, como es Luis Piedrahita, dice que “las preguntas mueven el cerebro y las respuestas lo paran”.
¿La calidad de nuestra vida está determinada por la calidad de las preguntas que nos hacemos? Qué sé yo. No sólo lo ignoro, sino que tampoco tengo respuestas para preguntas menos útiles, como son:
¿Quién le pagó a Fernando Vilar?
¿Quién le paga al que le pagó a Vilar?
¿Quién le dijo a Juan Salgado que lo mejor que podía declarar es que Vázquez llamó a Vilar “porque está en la mala”?
¿Dónde está la caja de Sendic?
¿Por qué Bonomi no hizo la gran Tabaré y llamó a un “standupero” para que hablara por él en la interpelación?
¿Por qué Álvaro García, que anduvo volando este carnaval como libretista, no le escribió al “choby”?
¿Por qué Daniel Martínez le escribe cartas al presidente pudiendo mandar a un nieto a hacerle preguntas en el Consejo de Ministros?
¿Quién le pagó a Franquito para que preguntara “es verdad que vivís en una mansión¨?
¿Por qué si los delincuentes de La casa de papel generan tanta empatía, el senador De León no puede cenar tranquilo con un blanqueador de dinero del PP español?
¿En qué gastó los viáticos Almagro?
¿Quién midió los ocho centímetros que, según Gonzalo Mujica, separan a los extremos políticos en Uruguay?
¿Quién firmaba los carnés de calificaciones de Michelle Suárez?
¿Quién es el guacho que le da manija a Astori para que vuelva a presentarse como candidato?
¿Quién le pagó al que manijea a Danilo?
¿Por qué dicen que se busca un candidato con el perfil del maestro Tabárez y que hay que dar paso a gente joven?
¿En qué quedamos?