—Si hay algo que caracteriza tu obra es el cambio. Pasás de la crónica a una novela donde la tensión es casi la única acción, y luego a otra donde pasa todo lo contrario. ¿Por qué el cambio de registro? ¿Y qué es lo que permanece?
—Es que lo que me gusta de escribir es divertirme y encontrar distintos caminos y maneras. Por eso trato de que un libro no sea igual al anterior, porque eso me quita el entusiasmo. Escribí dos novelas y un libro de crónicas, aunque también tengo cuentos, que aparecieron compilados el año pasado. Una buena parte de ellos son de una época en la que escribía a partir de anécdotas propias, de situaciones que me habían pasado en la infancia o en la adolescencia, y en un momento sentí que eso se había agotado. Estuve muchos años escribiendo sin publicar, mucho tiempo...
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