—¿De dónde viene tu opción por el folclore?
—En mi casa la música era una presencia cotidiana y mis hermanos mayores fueron buenos “docentes” de una apreciación musical que iba de Los Beatles a Mateo, pasando por Los Olimareños, El Sabalero, etcétera. El encuentro con mi pareja de trabajo y de vida, Moriana Pey-rou, reforzó este bagaje porque ella también integra una familia arborescente en términos musicales; cuando nos reuníamos todos la guitarra pasaba de mano en mano y perdíamos el rastro de algunas canciones.
—¿Y qué decidió la creación del festival Música de la tierra?
—Sentir, por un lado, que Montevideo tenía asegurada la producción de géneros como el rock, candombe o jazz, pero escuchaba muy poca música de raíz folclórica, conceptualmente más amplia que lo que muchos capitalinos e...
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