Amaia Egaña tenía 53 años y vivía en Barakaldo, uno de los antiguos motores de la industria en el País Vasco. El 9 de noviembre de 2012 decidió que ya no viviría más. Ni en Barakaldo ni en ningún otro sitio. A las 9.23 de la mañana abrió una ventana y cerró su vida, saltando desde un cuarto piso. En ese mismo momento su casa iba a dejar de serlo: mientras ella caía al vacío, por las escaleras subía una comitiva judicial y policial, con un único objetivo: expulsarla de su casa y dejarla, lisa y llanamente, en la calle.
Amaia fue una de las primeras, pero no la última. Desde aquella maldita mañana, cerca de cuarenta personas han decidido quitarse la vida antes de que les quitaran el hogar. El listado, posiblemente incompleto, corresponde a un país, España, que este domingo medirá en las urna...
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