Imposible olvidar lo que ocurrió en Uruguay el 27 de junio de 1973. Ese día muchos supimos en Chile que la línea del horizonte de la libertad, esa que a punta de batallas y cantos habíamos porfiadamente empujado en ambos países, se nos venía encima. Y así fue: casi tres meses más tarde nosotros vivíamos el golpe de Estado que nos partió la vida en dos. Lo que vino fue un largo y oscuro túnel que dejó a muchos de los nuestros como muertos en vida producto de las torturas y de lo que vivieron en cárceles secretas donde se perdió el último rastro de aquellos que tanto amábamos. No fue una opción convertirse en periodista de investigación. Ni siquiera le pusimos nombre a esa búsqueda de los que la máquina de muerte se “chupaba”.
Allí aprendimos una metodología infalible: que rehacer el ca...
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