“Tebasland”
Con asordinada ambigüedad, Sergio Blanco se adueña del espectador desde poco antes que comience el espectáculo, dado que, en el escenario convertido en una reducida y enrejada cancha de básquetbol, se encuentran ya los dos actores, uno de los cuales se adelanta poco después para dar la bienvenida a la concurrencia y contarle que lo que va a ver a continuación es la obra que él escribió al cabo de las conversaciones que sostuvo con un joven parricida.
Por momentos, el tal autor-personaje, de acuerdo a lo que allí adelanta, parece confundirse con el propio dramaturgo, uno de cuyos protagonistas sería el referido anfitrión. El recurso se repetirá más tarde con respecto a la latente dualidad que alienta el parricida en cuestión y, de manera más inesperada, a la relación padre-...
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