Mi error resultó evidente apenas le hice la primera pregunta. El escritor me escuchó, me miró, creo incluso que bruxó imperceptiblemente sus dientes, y sin decir palabra se paró, me dio la espalda y se encaminó hacia la puerta.
Erri de Luca aprendió ruso para leer a sus escritores eslavos preferidos. Suahili para trabajar como obrero en África. Yidish como un acto individual de reparación ante una lengua destruida por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Hebreo antiguo porque sin ser creyente tenía curiosidad de saber cómo era “la lengua del origen de la noticia sagrada de la religión monoteísta”.
Y ante ese escritor políglota yo había declinado el ofrecimiento de sus anfitriones del Instituto Italiano de Montevideo de ponerme un intérprete para la entrevista. Después de haber estado, e...
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