Crecimos denostando los productos chinos. Todo lo chino era malo. Encontrar el sello Made in China era como ver la etiqueta con la T de los alimentos transgénicos o como ver el nombre de Adam Sandler en el reparto de la película. Te decían: “No compres chino, no compres chino”, pero era como si te hablaran en chino. Terminabas comprando porque era la opción más barata.
Hasta un calzado tradicional tan nuestro como son las alpargatas tiene su versión china. ¿Qué nos puede sorprender si hasta la mujer del gaucho es china?
El chino no te dice que lo suyo es lo mejor, te dice que es lo más barato, entonces no hay publicidad engañosa, no le podés decir nada. La culpa es tuya.
Un chino no anda mintiendo, por algo esta gente se dispone a recibir el año 4716. Cuando nosotros vamos los chinos fuero...
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